lunes, 27 de abril de 2009

La noche es el interior de un jarro...
¿acaso no es festiva siempre?
¡llegamos a las profundidades!
¿no es maravilloso ver cuando los colores tienen los ojos cerrados?
En la noche la luz es como risas y los caminos avanzan en la densidad.
Los coches transitas ininterrumpidamente por la calle de enfrente.
Su ruido de lámina rompe la oscuridad de la noche y su brillo líquido nos delata.
Las formas se burlan de quien intenta capturarlas y se escapa entre las ranuras un poco de nuestra esencia.
Porque mi despedida más sincera será cuando renuncie a aferrarme con una imperceptible sonrisa.
Hace tiempo que no me duermo con sueño y que no se va cuando me despierto. Hace tiempo que estoy ciega cuando siento. Hace tiempo que escucho a veces el motor de la máquina de feria, cuando acelera, cuando hay silencio. Hace tiempo que busco regresar en la misma dirección en la que me fui. Hace tiempo que giro y me enrosco. Hace tiempo que me subí a un tren y me llevó una ola.

Tus ojos

Tus ojos se pusieron húmedos pero siguieron opacos, ¡se veían tan endebles! En cualquier momento podría pasar el viento cargado de ciudad y noche y llevarse consigo esos estanques blancosrojizos que eran tus ojos. Luego, tus párpados estaban húmedos también: como tierra mojada, pero de color rojo y café y abultados, hinchados como el estómago de animales muertos en el desierto. Y así resbalaban lágrimas puras e invaluables por tu rostro. Tu piel parecía más blanda, de agua también. Se encendía de repente cuando aumentaba el caudal de los ríos que la cruzaban y dividían. Se apagaba en esos momentos intermedios en los que llegaba el silencio y le pedíamos a lo que fuera que hiciera cierta nuestra incredulidad.